sábado, 30 de agosto de 2008

Apurando el tiempo





"Red red rose" - Sondra Kicklighter



Hoy ya comenzó el último día.


La nueva etapa que llevábamos largo tiempo esperando, ha llegado. Mañana te irás lejos, como al principio, cuando nos conocimos. Aunque quiera sabes que no podré evitar echarte de menos, Congo. De nuevo toca: Viajes, Llamadas de teléfono, Deseos insatisfechos, La cama vacía, Esperas, Días grises... Aunque también habrá: Reencuentros, Besos que llegan en torrentes, Caricias febriles, Días apurados al máximo...


Para celebrar el tiempo que nos resta(no hay motivo para la tristeza) nos amaremos. Más que siempre. Mejor que nunca.


Yo me entregaré de color rojo pasión.
Tú me recibirás sobre un fondo anaranjado.
Con los brazos abiertos.





viernes, 29 de agosto de 2008

Cuando llegue el momento...





"Prisoner in Paradise" - Virgiliu Narcis




Vivo prisionera en una lujosa celda.

Las paredes están empapeladas en tela de seda granate y oro. La cama tiene un dosel de encaje blanco roto y hay cojines de múltiples colores por toda la estancia. Cómodos y mullidos sofás acogen mi cuerpo desganado como si fueran vientres maternos. Luces estratégicamente situadas hacen que mi cárcel parezca un palacio de oriente en miniatura. Y la única ventana de mi pequeño mundo da a un patio interior con un maravilloso jardín. El ruido de la fuente es el que me adormece cada noche antes de rendirme por completo al sueño.

En la puerta de mi celda, cada día a las horas de las comidas, encuentro suculentos manjares preparados con ricas especias traídas desde todos los confines del universo y los más tiernos y apetitosos frutos.

También me obsequian cada día con tisanas y bebidas espiritosas y adornan mi habitación con flores bellas. Podría ser una mujer muy dichosa. Más nada satisface mi hambre y mi sed.

Porque sólo quiero alimentarme de Congo, renunciando así a todos los demás placeres que me pueda ofrecer el mundo. Por eso mi cuerpo se niega tenaz y rotundamente a abrir la boca sino es para recibir sus besos y beber de su saliva.

Sí, sólo quiero alimentarme de sus susurros lentos recorriendo los lóbulos de mis orejas, de su lengua sigilosa y húmeda dibujando un camino sinuoso por mi espalda, de sus manos fuertes acariciando mis mejillas arreboladas…

Sí, quiero alimentarme con el aroma que se desprende de su cuerpo cálido cuando entra en contacto con el mío, mirarme en sus ojos como en un espejo y emborracharme hasta el orgasmo con toda la savia que emana de sus entrañas.

Por eso aquí, en estra cárcel de abrazos y soles anaranjados es donde quiero exhalar mi último suspiro. No tengo ninguna duda.




miércoles, 27 de agosto de 2008

El porqué de la certeza - Reflexiones sobre Congo





"Beauty or Perfection" - Suchitra Vijayan




Congo no es perfecto. Lo sé. Y en muchos aspectos quisiera que fuera diferente. Por eso muchos días me pregunto ¿por qué me gusta, Congo? Casi siempre me encuentro la misma respuesta:

La vida, asomada a los brazos de Congo, me parece más apacible y placentera.

La semana pasada, por ejemplo, me pasó algo curioso. Mientras conversaba con él en el sofá después de comer, pude ver en mi imaginación, por encima de sus hombros, una avenida muy larga. Ningún coche transitaba por ella. Y sentí que quería ir con Congo a abrir una puerta, la del edificio más alto. Tenía la certeza de que desde la azotea alcanzaríamos a ver la mar. Incluso pude ver como paseábamos de la mano por la línea del horizonte, sin caernos.

Y es que Congo siempre me provoca ternura. A veces hasta me parece que es un pequeño pato jaspeado con las plumas todavía algo húmedas del último baño en el estanque, con grumos de barro de los revolvocones con sus hermanos y algún que otro arañazo en su pico naranja.

Pero otras veces Congo es un gigante, de siete brazos y dos cabezas: una humana y otra con forma de ser mitológico. Y echa llamas que no queman por los ojos (sólo dan calor). Y sus besos son... son como las caricias que hace la hierba en los piés descalzos. Y con sus brazos fuertes me sostiene tan alto que puedo tocar las nubes. Y cuando está dentro de mí... cuando está dentro de mí y aunque siempre veo el agujero negro a mis pies, con sólo acariciarme el pelo consigue que las lágrimas dejen de caer. Y es que Congo me entiende. Y me valora. Y me respeta. Y me desea. Y hace que me sienta especial.


Sí, Congo me gusta por muchas razones.

Aunque también hay cosas de Congo que no me gustan. Ya lo dije antes. Pero esa no era hoy mi pregunta.




domingo, 24 de agosto de 2008

La certeza





"The hangman´s morning" - Laurentiu Margalin




A pesar de todo, es en los momentos de más tristeza cuando siento que el corazón me late con más arrojo. Tal vez sea porque el abandono, me impide sostener esa coraza que hace tiempo construí, en su sitio.



Despojada de toda vestidura y armamento y con los poros de mi piel abiertos de par en par al aire frío, me dejo caer hasta el fondo.



Otra vez.



Instalada en la oscuridad, reconozco las paredes de piedra con las yemas de los dedos y respiro entrecortadamente el olor del moho que va entrando por mis pulmones despacio, hasta humedecerme las entrañas.



Es ahí en esos momentos de más desesperación y soledad cuando sé que eres el definitivo, Congo. Porque te siento como un dolor profundo, como imagino que sentirá la soga el ahorcado, antes de morir.



Será que ha caído la noche.

O que todavía no has llegado a casa.







sábado, 23 de agosto de 2008

El perro, el mejor amigo del hombre





"Perro lobo" - Artrista Fundamentá




- ¿Por qué has hecho eso?
- No lo sé. Sentí un impulso
- Me has hecho daño
- Lo siento
- Sentirlo no sirve de nada ahora
- Es todo cuanto puedo decir en mi descargo. No quería, lo juro
- Ahora te tengo miedo
- Lo comprendo
- Te odio. Me has defraudado
- No seas tan dura juzgándome
- Sólo soy justa
- No. Te olvidas del instinto
- ¿Y qué quieres decir con eso?
- Que soy un perro lobo
- Me has traicionado y lo que es peor, te has traicionado a ti mismo
- Sí. Yo también perdí mi autoconfianza. Hacer daño a los que se quiere no está bien
- Nada bien
- No llores. Déjame lamer tu herida. Te la curaré
- Menos mal que por lo menos no te has ensañado. Sólo es un rasguño.
- Por eso te digo que no quería hacerlo. Podría haberte destrozado la mano
- Y más cosas. No, si en el fondo voy a tener que estarte agradecida
- Tampoco es eso
- Sabes que tendré que matarte
- Sí, sé que ese es mi castigo
- ¿Y sabes cuánto me va a doler?
- Sí. Pero deja ya de llorar. Así es la vida. Unas veces se gana y otras se pierde. Acepto resignado el destino.
- Mañana te llevaré al veterinario
- No te preocupes. Lo superarás. Al fin podrás tener el cócker que siempre has soñado
- No quiero otro perro. No quiero perros nunca jamás
- El tiempo lo cura todo. A mí me gustaría que hicieras tan feliz a otro perro como a mí. Venga, prométemelo
- No creo en las promesas
- Pero esta vez es diferente. Es mi último deseo antes de morir y has de cumplirlo. Me lo debes
- Bueno, no sé
- No me sirve esa respuesta
- Está bien. Está bien
- Y le pondrás Gordo como siempre dijiste
- Te voy a echar de menos
- Lo sé. Venga, no llores más. Basta. Me estás partiendo el corazón
- Quiero abrazarte por última vez
- Mejor que no. No debemos tentar la suerte
- Bueno, pues me voy. Hasta mañana
- No me olvides nunca
- No lo haré.


miércoles, 20 de agosto de 2008

Después de querer a Congo...






después de querer a Congo
me gusta mirar por la ventana
como se agota la tarde

sentada en la cama
multiplico sus besos por días de lluvia
al ritmo de la música lenta
que suena en la radio de la mesita de noche
mientras se forman
miles de pequeñas gotas brillantes
que comienzan a resbalar por el cristal
que enmarca el paisaje

fuera de nosotros
la ropa tendida en una terraza
se mece al capricho del viento,
un hombre joven habla por un móvil
apoyado en el capó de un coche rojo
y a lo lejos
las grúas inmóviles
vigilan los tejados de pizarra
como faros sin linterna

lentos
mis ojos regresan
a la quietud fotográfica de la habitación
para grabar dos cuerpos desnudos
y su mano acariciando mi espalda
mientras escribo





miércoles, 13 de agosto de 2008

Por fin...


Pues sí, mis queridos amigos, ha llegado el día tan ansiado de empezar unas cortas vacaciones en las que espero cambiar de aires, olvidar el reloj y dejar las rutinas al otro lado de la puerta.


Intentaré seguir al día con las visitas y comentarios en vuestros blogs, sobre todo con la lectura del Quijote pues no quiero descolgarme del grupo de lectura pero probablemente no actualice.


Deseo que seáis todos muy muy felices y espero reencontrarme con vosotros en breve.


Biquiños,
Aldabra

Por fin, Congo...
por fin volveremos a abrazarnos.








lunes, 11 de agosto de 2008

Y tú ¿crees en los peces de colores?





SOL (Peces de colores)


- ¡Hola! ¡Hola!
- ¿Hola?
- Aquí, mira al suelo
- ¿Me hablas a mí?
- Sí
- ¡Estoy alucinando!
- No hables tan alto y no bracees que te van a oír
- Tú no puedes hablar
- Claro que puedo ¿Estás tonta? ¿No ves que estamos teniendo una conversación?
- Han sido las pastillas y el sol. Claro, si es que no son una buena combinación
- Te repito que no debes hablar en alto. Shhhhhhhh, cállate
- No me hables
- Soy tu pez de colores. El pez que llevas tanto tiempo tratando de pescar ¿Es que no te da cuenta?
- ¿Pescar yo? Me da la risa
- Tú no lo sabes pero estabas pescando. Los peces siempre sabemos esas cosas. Es nuestra obligación porque conlleva nuestra supervivencia
- Ni siquiera tengo caña. Es verdad que tuve una pero ya no la tengo
- Para pescar los peces de colores de mi especie no hace falta tener ese artilugio. Has empleado un procedimiento más sofisticado sólo que ahora no te das cuenta
- A ver, listo, dímelo tú
- Piensa un poco anda
- No tengo ganas de hablar con un pez. Esto no puede estar pasándome a mí
- Pescas con la imaginación
- ¡Que risa! Me parto
- Sí, es muy divertido. También lo creo así
- ¿Puedo tocarte para saber si eres de verdad?
- Faltaría más
- Tienes escamas como los peces y los colores de los peces de colores
- Ya te he dicho que soy un pez de colores. ¡Que pesada te pones!
- Tienes que pensar que los humanos somos algo limitados
- ¡Y tanto!
- ¿Y ahora que se supone que tengo que hacer?
- Tú sabrás. Sólo vine a presentarme
- Pues… encantada de conocerte ¿Tienes nombre?
- Ya lo sabes
- Eso es. No estoy volviéndome loca. Lo que me sucede es que me dio un ataque repentino de Alhzeimer
- De todas las mujeres tenías que ser tú. Anda, que…
- No me hables más. Me estás poniendo de los nervios
- Relájate, pequeña. No pasa nada. Como soy tu pez de colores cuidaré de ti
- Como soy tu pez de colores cuidaré de ti… encima presuntuoso ¡Y anda que llamarme pequeña!... tiene delito ¿De qué vas?
- ¿Sabes qué te digo?, que ha sido un error venir a conocerte. La realidad te está impidiendo ver tus sueños
- ¿Por qué dices eso ahora?
- Porque es la verdad pero no quieres reconocerlo
- Es que esto es muy raro
- ¿Y qué hay de malo en que sea raro?
- No lo sé. Me asusta
- Pues quédate con tu miedo. Pero que sepas que me dan pena las personas que tienen miedo y no se arriesgan a ser diferentes
- Para ti será todo muy fácil pero…
- Déjate de palabrerías. Mi tiempo se acaba. He de volver
- ¿A dónde?
- A mi sueño
- ¿Qué tengo que hacer?
- Tienes que decidirlo tu misma. No puedo hacer más por ti. Por si no vuelvo a verte de nuevo, te deseo suerte
- No te vayas
- Tengo que sumergirme. Adiós Laura
- Sabes mi nombre
- Sí
- Espérame

Laura se sacó la ropa en dos segundos y se lanzó al mar desde las escaleras del muelle.


domingo, 10 de agosto de 2008

"Con las manos en la masa" o "Cuanta más masa mejor se pasa"





"The naked shef" - Miriana


Estaba todavía en la cama, somnolienta, disfrutando de la pereza de los domingos cuando se me vino a la cabeza la idea de preparar un bizcocho ¿Por qué no? Soy mujer y por lo tanto puedo conseguirlo.

Todavía en pijama me dirigí a la cocina llena de energía. Busqué en la alacena la libreta de las recetas caseras y me puse manos a la obra, no sin antes hacer una llamadita telefónica a mi madre para aclarar unos conceptos que tenía algo confusos. Nada importante. Además a ella le gustaba sentirse útil.

Fui echando los ingredientes en el bol uno a uno como indicaba la receta: 2 yogures, 4 huevos, 3 vasos de azúcar, 4 vasos de harina, 2 sobres de levadura Royal y las raspaduras de un limón. Pasé todos los ingredientes por la batidora, embadurné el molde con mantequilla, volqué en él la mezcla y lo metí al horno. A continuación me dediqué con entusiasmo a chupetear con los dedos los restos de la mezcla del bol y de la batidora. Siempre que lo hago recuerdo cuando era pequeña y estaba con mi madre en la cocina y le pedía que me dejase pasar los dedos. A mi madre le encanta cocinar y sobre todo la repostería. Esa parte de los genes no la heredé, evidentemente ¡Una lástima! La cocina, en todas sus dimensiones, se me resiste.

Hasta aquí todo había ido bien y me las prometía muy felices. Mientras se cocía mi postre en el horno me dispuse a planchar para no perder el tiempo. De vez en cuando me acercaba a la cocina para echar una ojeada. Parecía que todo iba sobre ruedas hasta que en una de aquellas excursiones el bizcocho ya llegaba al borde del molde.

¡Horror!

Miraba y miraba para él calculando e intentando adivinar si se desbordaría o no, cuando de repente la masa empezó a bajar molde abajo cual lava de un volcán.

No podía pasarme eso a mí. Ya no tenía remedio. Sólo podía rezar y ver en qué quedaba el objeto de toda mi ilusión mañanera.

El bizcocho terminó de cocerse. Lo desmoldé mal como pude y comencé la ardua tarea de limpiar los pegotes de la masa que quedaron en el horno, el molde, la parrilla… Más de una hora me llevó devolver la cocina a su estado habitual de limpieza inmaculada.

La casa quedó impregnada de un agradable olor a bizcocho quemado que me delataría inmediatamente al abrir la puerta para recibir a mis amigos que vendrían por la tarde a merendar y ver una película.

Con lo bien que hubiera estado en la cama leyendo tranquilamente y escuchando música que era el plan B, en vez de someterme con premeditación y alevosía a tanto estrés. Aunque al menos lo había intentado. La próxima vez tendría que buscar otra receta porque indudablemente algo había fallado.



viernes, 8 de agosto de 2008

Fantasías animadas de ayer y hoy




Siento que tengo que escribir hoy la continuación de ayer, que tengo que volver a desnudarme ante esta página en blanco. Explicar los porqués que no me atreví a desvelar. Hacer borrón y cuenta nueva.

Es el miedo.

Siempre es el miedo el que ronda los días malos, las tardes apagadas, las noches insomnes, los momentos en que vuelven los demonios de la niebla.

Ayer fue eso, simplemente. Uno de esos días que pasan sin pena ni gloria. Bueno, con más pena que gloria, para ser sincera. Uno de esos días bacheados, donde todo se confabula a mi alrededor para situarme próxima al abismo.

Y tu ausencia, Congo.

Sé que no quieres que esté triste, que te prometí que no me dolería echarte de menos pero a veces las emociones son incontrolables. Como ayer. No te enfades conmigo, ya pasó. Hoy ya estoy mejor aunque el cielo siga gris y las nubes apelotonadas justo encima de este rincón del norte. Que parece que están disfrutando aquí de una concentración como esas a las que vamos nosotros en moto.

Sí, ya sé que el recurso del tiempo no es muy original y demasiado socorrido pero es verdad que influye en mi ánimo. Y no es que me lo esté inventado yo, está demosatrado. El sol es bueno, da vida, alegría, impulsa a las personas a salir de casa, a abrir las ventanas, a leer en una terraza… Pero así… así llega la melancolía de las castañas, de las hojas caídas, de la manta en el sofá, de la siesta en tu regazo.

¿Sabes?

Ayer fue la primera vez en mi vida que no hice la cama. No tiene importancia, nadie vino a casa a pasar revista. Ya te estoy oyendo decir: “Venga, tonta, ya iba siendo hora de que dejases de ser doña perfecta. No pasa nada”. Tienes razón, no ha pasado nada, incluso esta noche la he dormido toda seguida. Y Senia ni siquiera se enteró de que no la hice porque no pasó por la habitación. Así que es nuestro secreto. Aunque conociéndote igual un día para chincharme se lo contarás y yo haré como que me enfado contigo.

Nuestros juegos.

Ya faltan pocos días. Tan pocos que ya pronto empezaré a ponerme nerviosa, tal vez mañana o pasado. Ya me conoces. La risa floja. Los gestos exagerados. La mirada que no se atreve a buscar tus ojos. Hasta que nuestras bocas que saben más que nosotros, se atraen irremediablemente y se encuentran. Y la ausencia de todos estos días atrás se borra, se desdibuja en ese beso hasta quedar reducida a la mínima expresión matemática. Y el espacio que dejó tu ausencia al marcharse se llena con todas las fantasías que imaginamos en el tiempo que estuvimos separados. Y tú me cuentas las tuyas. Y yo te cuento las mías.

Y vuelve la complicidad.
Y empezamos a contar de nuevo.
Hasta la próxima vez.


...00... ...00... ...00... ...00... ...00... ...00... ...00...

Gracias a todos, biquiños.


jueves, 7 de agosto de 2008

A pa ga da







Incluso aunque le hayas prometido a alguien que de verdad aprecias que no pensarás en cosas que te hacen sufrir, la mente se empeña en ir por libre cual caballo sin jinete y no puedes ponerle brida.

Empiezas sintiendo un no se qué, una desazón, una melancolía que no tiene nombre y lo demás cae, más pronto o más tarde, por su propio peso.


Te encuentras de repente tirada sobre la cama que todavía no has hecho a pesar de que ya son las seis de la tarde ¡Y malditas las ganas que tienes de hacerla! ¿Para qué? Si lo que quieres es desnudarte, bajar del todo la persiana y olvidarte del mundo. Conseguir, por arte de magia, que vuelva a ser de noche y dormir. Dormir sin que el sueño se interrumpa, sin que los malos pensamientos te turben.


¡Es que es tan facil caer en el abatimiento!


Y dejarse apagar... como el día que no fue capaz de abrirse.





miércoles, 6 de agosto de 2008

¿Y tú qué haces cuando tienes insomnio?






Quiero dormir toda la noche de un tirón, sin pastillas.

Acostarme y despertarme ó bien con el despertador (¡que alegría!), o porque el amanecer ya entra por las persiana de mi habitación que siempre dejo entreabierta.

Pero no, mi sueño anda de cachondeo. Por eso ahora son las 6 de la mañana y estoy aquí, sentada en la cama, escuchando música y escribiendo por hacer algo de provecho. Y no es justo.

Antes de llegar a este estado siempre pruebo todo. Me despierto en la noche y no me atrevo a mirar el despertador siguiendo alguna recomendación de uno de esos manuales de autoayuda para recuperarse de cualquier tipo de enfermedad o adicción. Y me quedo agazapada entre mis sábanas tratando de moverme lo menos posible hasta que ya, con miedo de quedarme rígida para siempre, mi cuerpo, por si solo, empieza a dar vueltas: una para aquí, otra para allá, otra para más aquí… Y ya lanzada a la aventura oprimo el botón de la luz de mi despertador y veo que son las 5:30 ¡Bien!, digo yo, he mejorado. Antes sucedía a las 5. No tengo porque preocuparme porque todo sigue su curso normal como acostumbran a decir los médicos.Ahora ya sé la hora que es, ya sé que no me dormiré y entonces ya puedo organizar mejor mi vida… mi resto de noche, debería decir. Por fín enciendo la luz y dejo de dar vueltas a las ideas estúpidas que siempre me acometen en las noches de vigilia.

Es que antes... antes de no dormir, yo tenía un método infalible. Cuando me despertaba esporádicamente en la noche y no me pregunten por qué, era algo instintivo, me masturbaba. Era un sedante excepcional y placentero. Pero claro, ahora, como mi libido se ha ido en busca de mejores camas y mejor cuerpo que el mío junto con mi sueño, pues aunque me toque no encuentro más que un cuerpo vacío de sensaciones.

Si se duerme acompañado hay algo que se suele hacer pero que no funciona. Créanme. Yo le llamo “joder por joder”. No duermes y entonces sientes que la persona que está a tu lado se da una vuelta y piensas: Tal vez él tampoco duerma. Y te acercas sigilosa para preguntarle ¿Cariño, duermes?. Por favor, no lo hagan nunca si no tienen la certeza de que de verdad no duerme porque es nefasto. Corre el riesgo de que su relación se vaya al traste y fíjese usted por qué tontería.

Alguna vez he probado a hacer puzzles. Nunca en mi vida los hice y no sé por qué me los compré para el insomnio porque no consigo nunca que me encaje nada y menos 500 o mil piezas. Eso es delirante. La verdad es que acabo poniéndome más de los nervios todavía. Por cierto, si alguien los quiere sólo tiene que darme su dirección porque se los enviaré todos. Algunos aún están sin abrir.

También he probado a hacer punto de cruz en la cama y escuchar la radio. Y hay veces que la radio de noche es jodida. Porque las personas no razonamos como de día. Si es que es normal que se vea todo más oscuro porque es de noche.

Total, que lo mejor es tomárselo con filosofía y no desesperarse. Levantarse de la cama y dirigirse a la cocina para atiborrarse de galletas con colacao. Dicen que el chocolate da sueño y es un sustitutivo del sexo. También se puede pasear por casa, aprovechar para planchar, leer revistas del corazón de esas en que lo único que hacemos es pasar hojas para ver las mansiones y las caras superperfectas… Porque claro, aunque te entren ganas de poner la máquina de coser a esas horas… vamos, que no se le ocurra a nadie o le echarán de la comunidad de vecinos.

En fin.

Y ahora que les he contado mi problema muchos se preguntarán ¿Por qué esta mujer tendrá insomnio? Si no se lo dicen a nadie lo confesaré en bajito. Tengo ansiedad. Y no es de Tenerte en mis brazos como decía Nat King Cole en aquella canción, con su acento extraviado y que yo tantas veces escuché de pequeña. Tengo ansiedad porque algo se ha removido en mis adentros y hasta que vuelva a ponerse todo en su sitio me toca padecerla con la mayor dignidad posible.

Gracias a todos por escucharme. Y no intenten comprenderme. Créanme, yo llevo 45 años en ello y todavía sigo sin ser capaz.

De todos modos ya se ha hecho tarde y ahora sí que es hora de levantarse… ¡Que gusto!


Yo también soy ellas










Todos aquellos años juntos y sólo puedo acordarme de lo malo. Una y otra vez. El resto de acontecimientos asoman un poco a mi cabeza y de repente un velo los crubre y los hace retroceder.

Diez años. Juntos. Diez años que pesan como los diez mandamientos.

Y todo el asco. El asco nítido de cuando me tocaba, de cuando introducía su... en mi boca, con tanta fuerza que las arcadas no tardaban en llegar hasta casi hacerme vomitar. Pero él no paraba a pesar de que veía mi cara descompuesta pidiéndole que por favor parara. Seguía y seguía hasta que...

Y todo el miedo. El miedo a decir que no, que ya era suficiente. El miedo a escaparme hasta que reuní por fin el valor.

¡Si pudiera escupirle a la cara todos esos años! Uno por uno. Tal vez así pudiera reconciliarme con el pasado.

Y empezar a contar de nuevo.

Uno.

Dos.

Tres...

Partir de cero.



lunes, 4 de agosto de 2008

Mis mascotas y yo








Estoy sentada a la mesa de la cocina terminando de comer las últimas picotas. Senia ya se ha ido a la playa. Y Congo está lejos. Así que estoy sola. Bueno, no del todo. Estoy con nuestras dos tortugas sin nombre. No sé todavía porqué no las hemos bautizado después de un año. Simplemente son: tortuguitas, pequeñajas, bichitos...

Me encanta verlas cuando estiran sus pequeños cuellos todo lo que pueden, sobre el puente amarillo como si quisieran aspirar todo el sol que se cuela por la ventana. Y como se dejan acariciar sus patitas cuando las baño o como corren por el suelo de la cocina cuando las saco de su casa de plástico.

Nuestras mascotas. Aliados para mitigar la soledad de nuestros espíritus: perros, gatos, pájaros, cobayas, hámsters, conejos, peces...

En mi caso particular, mis mascotas son adoptadas porque las tortugas originariamente es un regalo de un amigo a Senia pero soy yo quien las mima y quien se preocupa de que nada les falte y quien las va a visitar nada más entrar en casa.

Y aunque parezca mentira les he cogido cariño.



sábado, 2 de agosto de 2008

Ausencia







Esta noche llena de ganas de ti, busco alguna caricia perdida entre las arrugas de las sábanas y no encuentro más que tu ausencia.

Recorro las estancias de la casa en penumbra como si nunca antes hubiera estado en ellas y rastreo las señales que me dicen que pronto volverás: el albornoz verde colgado en el cuarto de baño, los zapatos en el trastero del pasillo, las camisas en el armario de nuestra habitación, la cazadora colgada en el perchero de la entrada, tus libros y revistas por las estanterías…

Y es que a medida que pasan los días, Congo, mi echarte de menos de forma pacífica se va convirtiendo en una herida abierta.

Y duele.


viernes, 1 de agosto de 2008

Mi pecho





Katerina Lomonosov


Míralos,
¿qué ves en ellos?

Dame tu mano,
tócalos despacio.

Deja que guíe tus dedos
hasta la cumbre oscura.

Ven,
ven y acércate a besarlos
con tus labios de deseo.

Hunde tu cabeza en el valle de mi pecho,
yo la acariciaré con mis manos de madre.

Y susurraré tu nombre
para alcanzar con mi voz
los hilos invisibles
que sujetan tu alma errante