martes, 4 de marzo de 2008

Sin título (Por Guillermo el Travieso)

"El beso" Robert Doisneau. 1950


Decimos que los muertos claman justicia, cuando, verdaderamente, es nuestra justicia la que clama venganza.

No quisiera, a mi memoria,
atraer los viejos fantasmas de la guerra.
Que la guerra,
su guerra haga y se entierre con ella.

Yo quisiera, en mi memoria,
tu historia.
Tu historia buena.
La que a mí me llena.
Tu historia que es mi historia.
Y no aquella.

No,
no quiero esa historia solapada,
que divide, mata y asesina.

Quiero mi historia,
que es tu historia.
Nuestra historia de amor
y besos tiernos...
que es la única
que a ti y a mí nos ata.

Te quiero a ti,
como persona.
Sin insignias.
Sin banderas.

Quiero tus mimos y tus abrazos.
No quiero llantos.
Quiero tus juegos y tus risas.
Mis mejillas
acariciadas por tus labios.
Quiero el calor de tus manos
sobre mis pechos.
Y quiero,
el dulce mirar de tus ojos,
a mis ojos cansados.

No quiero el polvo de tus huesos,
ni el vacío desorbitado de tu mirada.
Lo que quiero es tu silencio.
Tu cuerpo callado.

No grites
a los oídos de los mortales
tu insomnio eterno.

No grites.

No grites.

Que yo susurraré,
en tu oquedad obligada,
arrullos de paloma enamorada.

No grites.

No llores
a los ojos de las madres,
ni des lanzas a los hijos.

No llores.

No llores.

Que yo, en silencio,
lloraré a tus oídos
el gran amor que te he tenido
y aun te sigo teniendo.

Ya te lo he dicho:
Solo a ti te quiero
con la misma pasión
con la que, antaño,
ardían nuestros jóvenes besos.

Y es que,
¿podría amarte
de otra forma?
Quiero tu memoria
en mi memoria,
en lo íntimo;
en la soledad de mi habitación,
en lo más profundo de mi corazón;
para mí sola
y para nadie más...
y como siempre te he tenido y
como siempre te tendré.
Que no quiero compartir con nadie
mi derecho a tenerte.

Y si ahora no estás,
no quiere decir que no estés conmigo,
no.
Claro que estás.
Pero no me pidas,
amor mío,
que grite
o que llore.
No quieras querer,
que a tu manera te quiera.

No.

No alces,
de la oscura fosa
y siembres sobre la tierra,
los amargos recuerdos de la guerra.

¿Hasta cuando es necesario?

No me llames de esa forma,
ni me llores... de esa forma.
Ni me grites.
Que ya sabes que te quiero.
Que ya sabes que te amo.
Sin insignias.
Sin banderas.
En silencio.

La memoria del amor, supera a cualquier memoria, y ésta, es una memoria de amor.







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