viernes, 18 de enero de 2008

Los días son soldados que desfilan sin parar... sin perder el paso.




Querido Congo:

Ya estamos en otro año. Después de todo los días pasan más rápido de lo que parece. Tal vez los tuyos ahora desfilen ante tus ojos casi iguales, como soldados uniformados en un desfile, uno tras otro, sin diferenciar si es viernes, martes o jueves. Seguimos rutinas diferentes pero rutinas al fin y al cabo.

Esta noche desperté a las seis de la mañana con un sueño que me llevó a ti. No puedo contártelo ahora porque todavía eres pequeño (jejejejejejejejejeje). Es una broma. Pensé en levantarme e ir hasta la cocina a prepararme un colacao con cereales. Cuando me desvelo siempre me entran ganas de comer. Pero como seguimos con mucho frío, decidí acomodarme entre las sábanas para ver si el sueño volvía de nuevo a visitarme. Lo conseguí poco antes de que sonase el despertador.

Es viernes. El día de la semana que más me gusta. La expectativa de dos días por delante para dormir me pone de buen humor. Siempre hago planes que no suelo llevar a cabo pero las ilusiones hacen que los días sean mejpores. Hoy es un viernes soleado. El fondo del cielo está muy azulado. Y grupos grandes de nubes de color blanco grisáceo lo adornan con gracia. ¿Qué más se puede pedir?

Siento que tengas tanto trabajo y que apenas puedas disfrutar de momentos de descanso y ocio. Tiene que ser agotador. Así que procura, dentro de lo posible, cuidarte. Quiero que vuelvas en plena forma. Y no es porque yo vaya a estar esperándote. Es simplemente porque deseo lo mejor para ti.

Ha sido una semana muy tranquila. Ayer estuve tentada de hacer una excursión hasta Punta Frouxeira pero cuando me disponía a salir ya se me había hecho tarde. Así que por matar el gusanillo escribí un relato inspirado en ese lugar. No es lo mismo, como dice Alejandro Sanz pero de algún modo, me conformó un poco. Ya te lo haré llegar en otro momento. Con suerte, y cruzo los dedos, iré este fin de semana. Quiero hacer fotos desde allí. Y encontrarte en el acantilado. Sé que te traerá el viento entre las olas del mar.

No tengo mucho más que contarte Congo. Esta carta te va a resultar sosa y aburrida. No estoy muy inspirada, lo siento. Sólo quiero que de alguna forma sientas mi presencia y alejarte, por unos minutos, de la isla gris en la que estás viviendo.

Todavía tengo sin repartirme unos poquitos besos de los que me enviabas en tu última carta. Los llevo guardados siempre en el bolsillo del pantalón y aunque no los sienta en mi cuerpo, los acaricio con las manos. Eso me basta.

P.D.: Ven, acércate ahora que puedo darte un abrazo sin que nadie nos vea. Me gusta como hueles, ¿te lo había dicho alguna vez?

1 comentario:

Paz Zeltia dijo...

bueno,
otro día seguiré leyendo las cartas a congo.
ahora me he puesto triste.
es por lo que leo,
pero no tiene que ver contigo.

un beso.